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Las mil caras de Damon Albarn
July 04, 2016
De pijo londinense a respetado músico, Damon Albarn ha ido dando saltos en una carrera inclasificable que pocos otros músicos de su generación se atreverían siquiera a pensar. Con tantos altibajos como etapas, el que fuera líder de Blur no sabe estarse quieto y cada año que pasa sorprende con un nuevo proyecto radicalmente distinto al anterior.
Albarn tiene tantas caras que, a la vista de su último salto mortal con pirueta operística, en Hipersónica hemos creído conveniente darles un pequeño repaso. Desde que naciera copiando planteamientos ajenos hasta ahora, cuando hace lo que quiere y no siempre bien, éstas son las caras de Damon Albarn.
1. El apasionado de Madchester
‘There´s No Other Way’ es una de las primeras canciones de Blur. También uno de sus primeros éxitos. Pero, en realidad, no dejaba de ser una pálida reproducción de las buenas canciones de Stone Roses. a eso era todo lo que aspiraba Damon Albarn en la primera época del grupo que le dio la fama: a hacer indie bailable en el que la psicodelia de los 60 se incorporarse a las pistas de baile. No les salía demasiado bien, pero, bueno, era una manera de comenzar muy a la moda y ya se ganaron los primeros elogios.
2. El discípulo de Ray Davies
Tras su primer disco, Blur comenzaron a dejar ver su personalidad en Modern Life Is Rubbish pero explotaron del todo su vena inglesa en Parklife. Ray Davies y los Kinks fueron la inspiración principal para un álbum que, desde el pop, le echaba una mirada cínica a la sociedad inglesa, a la vez que daba las gotitas justas de melancolía a canciones muy, pero que muy buenas. Lo curioso es que diatribas irónicas como ‘Parklife’ ahora parecen entenderse por el sentido contrario.
3. El hombre Brit-Pop
La culpa quizás sea de los propios Blur. Con su siguiente disco, The Great Escape, la prensa quiso hacer del grupo y de Oasis las dos caras opuestas de la sociedad británica. Y ellos aceptaron encantados el reto, pero dejaron canciones mucho más obvias y letras con bastante menos gracia. Había llegado el momento álgido del Brit-Pop, por desgracia para todos, incluidos para Blur, que no vieron otra forma de salir del embrollo que huir hacia delante.
4. El encantado con Pavement
En esa huida, miraron a EEUU, donde hacía ya tiempo que el lo-fi había asaltado las revistas y había conquistado cierto status de popularidad. Por eso, para su siguiente disco, Blur y Damon Albarn volvieron a cambiarse de careta. Se escucharon los discos de Pavement, afilaron las guitarras y trataron de unirlo a su habitual tino con los estribillos. La cosa quedó de lo más irregular: genial en ‘Beetlebum’, muy efectiva en ‘Song 2’, más discreta en ‘M.O.R.’ y penosa en unas cuantas canciones de un disco que se hacía demasiado largo.
5. El experimentador
Con 13, Blur dieron un nuevo bandazo. Intentado salirse de cualquier expectativa, tocaron demasiados palos, y no todos les funcionaron bien. ‘No Distance Left To Run’ , por ejemplo, era una canción soberbia, como lo era también el pop de ‘Coffee & TV’. Sin embargo, a ‘Tender’, como a muchas otras canciones, le sobraban minutos, y determinados experimentos del disco sonaban a simples boutades.
6. El Gorillaz
Cansado de la rutina de Blur, Damon Albarn decidió dar un salto mortal con red y reclutó a nombres como Dan “The Automator” Nakamura, la Cibo Matto Miho Hatori y la pareja Tina Weymouth-Chris Frantz, con Jamie Hewlet a los dibujos. Decían ser el primer grupo de hip-hop virtual de la historia y la cosa oscilaba entre lo gracioso ‘Clint Eastwood’ y lo simplemente desechable. Ahora, la maniobra le salió redonda a Damon Albarn, que salió revitalizado.
7. El recopilador de música africana
Y cuando parecía abocado a la modernidad, Albarn hizo lo que parecía impensable para muchos que lo veían como una estrellita sin talento. Se fue hasta Mali y, empapandose de la música del país, decidió grabar un sincero homenaje a quienes allí conoció. Así, parió el que quizás sea uno de los discos hechos por occidentales que mejor han sabido respetar la tradición del mal llamado Tercer Mundo. Mali Music, el disco resultante, es una gozada: nada de mestizaje falso ni de llevarse la música africana al terreno del rock o del pop anglosajón, sino auténtica emoción venida desde muy lejos. Un gran paso.
8. El de los discos incomprendidos
Además de eso, Damon Albarn ha tenido tiempo para lanzar un disco en solitario que casi nadie entendió (Democrazy) y otro con Blur que aún hoy muchos ponen a parir, pero al que el paso del tiempo le está haciendo un gran favor. Think Tank, en lugar de repetirse o de volver a lo que mejor saben hacer, demuestra a un grupo que se niega a encasillarse y que, como en 13, es capaz de sacar oro de los experimentos, pero también canciones de lo peor de su carrera.
En todo caso, Think Tank no es merecedor de la mala fama que arrastra y muchas de sus canción suena mejor hoy que cuando las pudimos escuchar por primera vez. ‘Out of Time’, por ejemplo.
9. El de los supergrupos que merecen la pena.
Y a Albarn aún le quedaba una bala más en la la recámara, pero no podía dispararla él solo. Fela Kuti, Tony Allen, Paul Simonon y Danger Mouse. Con esos escuderos de lujo, Damon Albarn decidió volver en 2007 a escribir sobre Londres. Y, de nuevo, afiló su pluma en un disco (The Good, The Bad, The Queen) que se merece tantas oportunidades como sean necesarias hasta que os llegue. Yo, al principio, no le acababa de ver la gracia del todo, pero el concepto (esa sensación de que el nuevo Milenio sólo ha traído más cerca el fin del mundo) ha acabado por conquistarme. Y todo ello brillando en las canciones más pop que haya escrito Albarn en años.
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